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Riqueza

El ciclismo se alimenta las personas y los lugares tanto como los nutre. Es la riqueza de este deporte que duerme en nuestros garajes, vive en nuestras carreteras y nos visita en las puertas de nuestras casas: está por todas partes, nos alegra la vida y se alegra de vernos. Es por ello que ocasiones como ésta, primera de la historia en que el Tour de Francia parte desde Italia, merece la pena vivirlas sobre el terreno. Estos días de Grand Départ, Florencia ha vibrado teñida de amarillo, con los ciclistas reuniéndose en el Salone dei Cinquecento del Palazzo Vecchio antes de cruzar el Ponte alle Grazie camino de un Piazzale Michelangelo que les esperaba atestado de aficionados con el corazón en las palmas de las manos. Tanto se han abrazado Florencia y el Tour que no resultaba extraño ver a un señor vestido con la ‘maglia’ de Lampre filosofar en voz baja con un hombre que le doblaba la edad, sentados ambos en un banco frente a la Cappella Brancacci.

La neutralizada de esta etapa inicial constará nada menos que de 16 kilómetros, pero merecerá la pena porque permitirá a la Grande Boucle despedirse de la capital de los Medici con el mismo cariño que se han profesado estos días. Pasaremos por plazas dedicadas a los ganadores de Tour nacidos aquí, Gino Bartali y Gastone Nencini, antes de abandonar la ciudad en dirección al Adriático a través de los Apeninos. Nada menos que 3600 metros de desnivel y siete puertos puntuables habrán de superar los ciclistas en una jornada de media montaña cuyo desgaste vendrá marcado por la velocidad. Hay tres escenarios posibles: el sprint de un pelotón reducido a medio centenar de ciclistas; la escapada victoriosa de unos cuantos valientes que se juegan los cuartos entre la subida a San Marino (3ª, km 179,7) y los 26 de terreno favorable hasta Rimini; o la cabalgada triunfal de un solo y poderoso ciclista. En todos los casos, el gran favorito es el mismo: se llama Mads Pedersen y le han señalado tanto Geraint Thomas como Remco Evenepoel, dos que saben de lo que hablan. No obstante, si hay un ataque garantizado ése es el de Alberto Bettiol, tan motivado por ser toscano como por estrenar el maillot ‘tricolore’ de campeón de Italia. Vedremo!

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