El desarrollo ideal de una gran vuelta, y de buena parte de las creaciones artísticas, es el ‘in crescendo’: cada día aumenta el interés, con cada montaña que se asciende, con cada sprint que se resuelve, con cada incógnita que se despeja, con cada línea argumental que se abre o cierra. La etapa del Galibier supuso todo un giro teatral en el sentido que auguraban las predicciones: UAE Team Emirates como equipo dominante, Tadej Pogacar como ciclista superior. Y sin embargo la carrera está muy lejos de haberse decidido; tal vez, gracias a ese viento de cara que impidió a los hombres de Matxin marcar más diferencias. La realidad es que Jonas Vingegaard sólo estuvo lejos del esloveno cuesta abajo, en el momento en que los fantasmas de País Vasco le nublaron la técnica. También que Remco Evenepoel está fuerte y la crono de Borgoña le viene como anillo al dedo. Hay Tour.
La jornada este miércoles en la Grande Boucle es todo un ejercicio de escape. Pasamos por las regiones de Saboya, Isère y Ain, nombres que por sí solos evocan alta montaña o, cuando menos, un terreno quebrado como el que ofrece el bello parque natural de Chartreuse. Incluso tocamos Chambéry (km 66,3), cuna de escaladores en tanto que sede del histórico vivero del actual Decathlon-Ag2r. Y sin embargo no escalamos más que 1.000 metros en los 177,4 kilómetros de recorrido: nos quedaremos todo el día en el valle, huyendo de los Alpes por la vía rápida para ofrecer por fin una jornada auténticamente tranquila a un pelotón forzado y esforzado. En Saint-Vulbas se escenificará probablemente un sprint masivo, capítulo dos de una serie de al menos ocho que arrancó en Turín con victoria de Biniam Girmay (Intermarché-Wanty) en ausencia del gran favorito, Jasper Philipsen (Alpecin-Deceuninck), caído antes de poder jugar sus cartas. El colombiano Fernando Gaviria (Movistar Team), segundo en la ‘volata’ italiana, tratará de dar en la diana para anotar su tercer triunfo de siempre en la Grande Boucle y romper los cinco años de sequía del conjunto telefónico.