Muy por detrás de Eddy Merckx, Bernard Hinault o incluso Mark Cavendish, cerca de trescientos corredores solamente han paladeado una vez lo que se siente al ganar una etapa en el Tour. Desde ahora hasta que dé comienzo la carrera el próximo 7 de julio, letour.fr rememora la trayectoria de 10 campeones cuyo palmarés se limita a un día de gloria. En el Tour de 1914, el prometedor ciclista Émile Engel ganaba una etapa en Brest varios días antes de ser expulsado de la prueba… y varias semanas antes de dar su vida por Francia en la batalla del Marne.
Todos los augurios le eran propicios a Émile Engel en el momento de acometer el Tour de 1914. El año anterior ya había terminado la carrera en el 10.o puesto en su primera participación. Su condición de promesa en ciernes le garantizaba el estatus de corredor protegido en el gran equipo Peugeot, en el que los líderes eran nada más y nada menos que Jean Alavoine, Eugène Christophe, François Faber, Gustave Garrigou, Firmin Lambot, Henri Pélissier o Philippe Thys. A sus 24 años, Émile destacaba como un ciclista de raza y un velocista con mucha clase. El futuro le pertenecía, pero es cierto que nadie es dueño de su destino. Los pinchazos y la mala suerte se habían cebado con Émile durante su carrera, como por ejemplo en 1912, cuando dijo adiós al campeonato de Francia tras estrellarse con un perro. Sin embargo, el 2 de julio de 1914, y pese a la lluvia que arreciaba sobre el pelotón en la salida de Cherburgo, Engel probó por fin las mieles del éxito después de 405 kilómetros y 15 horas sobre el sillín: en Brest, se impuso al esprint a un grupo de 14 corredores a fuerza de músculo, hombros y codos para rubricar su victoria más importante.
Lo que debía haber sido una mera confirmación o un punto de inflexión en su carrera acabó convirtiéndose en el apogeo de Émile Engel. Unos días más tarde, en la ciudad de Marsella, el mal fario volvía a cruzarse en su camino. La photo finish aún no existía y a los jueces les fue imposible determinar el vencedor del esprint, por lo que se organizó una semifinal y una final en la que, un poco por culpa de su compañero Oscar Egg, Émile sufrió una caída. Fuera de sus casillas, elevó demasiado el tono de voz para el gusto de los comisarios y al final fue expulsado y tuvo que abandonar el Tour por la puerta de atrás. Ahora bien, la gran tragedia estaba aún por llegar, puesto que el corredor de Colombes fue llamado a filas como cabo del 72.o regimiento de infantería. Apenas dos meses después de su día de gloria en la punta del Finisterre bretón, Engel caía en combate en la batalla del Marne por culpa de un balazo enemigo en el abdomen el 10 de septiembre de 1914. Su hermano mayor Louis Engel tuvo más suerte, sobrevivió a la guerra y retomó su carrera como ciclista hasta 1920, pero no volvió a participar en el Tour de Francia. La victoria obtenida por Émile en Brest sigue siendo la hazaña deportiva más prestigiosa de la familia.