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De todos los colores…

Duelo Urán Bardet… hasta el final

El favorito del Tour ha ganado, no cabe duda alguna. Sin embargo, para los rivales de Chris Froome, la pugna en la general no se limitó a una caza y captura de premios de consolación. Por primera vez, se le usurpaba al británico el maillot amarillo en la montaña, en un momento de flaqueza, al final de Peyragudes. Aquel día, Fabio Aru parecía encarnar como nunca el rol de sucesor italiano de Vincenzo Nibali en el palmarés del Tour. Desgraciadamente, se constataría después que al líder de Astana le faltaban las piernas y la constancia indispensables para estar a la altura del reto, a diferencia de la pájara del líder de Sky, un pequeño pinchazo meramente puntual.

Froome recuperaba su traje predilecto en Rodez, pero sus rivales seguían bien presentes. Aunque Richie Porte, adversario anunciado, había abandonado tras una caída y Nairo Quintana no lograba alcanzar el nivel de sus prestaciones en 2013 y 2015 (2º), Romain Bardet y Rigoberto Urán supieron mantener el suspense, pisando los talones al líder de la carrera a menos de 30''. La carrera quedaría sentenciada solo la víspera de la meta, en la última contrarreloj, en la que el francés y el colombiano intercambiaban puestos en el podio. Romain Bardet no lograba destacar en la gran cita de Marsella, pero evitaba al menos caerse del podio, cruzando la línea de meta con un segundo de ventaja sobre Mikel Landa, cuarto en la general.

Matthews, el superviviente

El Tour 2017 pareció cebarse con los grandes especialistas del esprint, empezando por la exclusión del cinco veces ganador de la clasificación por puntos, Peter Sagan, que dejaba la puerta abierta a un nutrido grupo de aspirantes… aunque las filas fueran luego menguando rápidamente. Mark Cavendish fue el siguiente que tuvo que abandonar la carrera de forma prematura, después de dejarse un omoplato en el asfalto de Vittel. Arnaud Démare, con opciones al maillot verde, se iría también del Tour antes de tiempo, por no lograr finalizar la etapa de Chambéry dentro de los plazos de tiempo establecidos.

Ese mismo día, Marcel Kittel lucía el maillot verde y su superioridad en las últimas metas le auguraba un brillante futuro: tras sumar 5 victorias al término de 11 etapas con su éxito en Pau, podría incluso batir récords si no cometía ningún error hasta París. El progreso del alemán en la clasificación por puntos no desalentó a Michael Matthews, incansable perseguidor, que aprovechaba cualquier terreno para hacerse con los puntos que no estaban al alcance de Kittel. Tras ganar en Romans, el marcador del australiano mostraba 29 puntos menos… así que no dudará en fugarse en la etapa de Serre Chevalier. En el esprint intermedio, ¡se acerca 9 puntos! Cuando Kittel sufre una caída tras 20 kilómetros de carrera y se ve obligado a abandonar, lesionado y con dolores terribles, deja la vía despejada para Matthews, que cuenta con una cómoda ventaja sobre André Greipel. El maillot de la regularidad… una reinterpretación de la fábula de la liebre y la tortuga.

Barguil ofrece espectáculo

“Me encanta atacar”, comentaba entusiasmado Warren Barguil desde su llegada a Chambéry, pese a la decepción del segundo puesto, tras perder al esprint contra Rigoberto Urán. En esa jornada de escapada de altos vuelos, el corredor bretón lograba coronar a la cabeza el Grand Colombier y el Mont du Chat, ganándose así el maillot de lunares. Después de años poco fructíferos persiguiendo objetivos en la general, Barguil ha optado por fijarse otras metas. Se lo pasa en grande y cosecha frutos.

Tras sus ataques en el Jura, “Wawa” volvía a las andadas en las ascensiones y en la etapa de Foix. Además de los puntos cosechados en el Muro de Péguère, conseguía su primer ramo del Tour, reincidiendo en la etapa más prestigiosa, en Izoard, cuando prácticamente había dejado fuera de juego a Primož Roglič. Barguil, dos veces campeón de etapa, ganador del maillot de lunares y supercombativo del Tour entra incluso en el Top 10 de la general, como quien no quiere la cosa. Su terreno es la montaña y su carburante, disfrutar.

El futuro está escrito con Yates, Roglič, Groenewegen, Calmejane…

Cada edición del Tour ofrece a los corredores la oportunidad de destacar, conocer sus primeras grandes emociones y acariciar parte de la gloria… puede incluso convertirse en momento decisivo para una gran carrera profesional. Esa es, por ejemplo, la vocación del maillot blanco, que se otorga al mejor joven de menos de 25 años. Simon Yates, uno de los “benjamines” en liza por este honor, lograba desmarcarse del resto en la etapa de la Planche des Belles Filles, aumentando rápidamente la diferencia frente a su rival Louis Meintjes. Y miel sobre hojuelas, ¡el británico sucede en el palmarés a su hermano gemelo Adam, después de lucir el maillot blanco dos días más que él!

Primož Roglič tiene buena excusa para no haber destacado en la clasificación de los jóvenes: empezó el ciclismo a los 22 años, tras dedicarse al salto de esquí. Cinco años más tarde, el esloveno participa por primera vez en el Tour de Francia… y se adjudica, nada más y nada menos, que una de las etapas más codiciadas, en Serre-Chevalier. El corredor de Lotto-Jumbo se afirma como uno de los talentos que habrá que seguir de cerca, al igual que su compañero de equipo, el esprínter Dylan Groenewegen, capaz de emerger en los Campos Elíseos e imponerse en la meta más prestigiosa de la disciplina. Entre los recién llegados al club de ganadores de etapas, Lilian Calmejane contribuía en la Station des Rousses a las victorias galas: cinco victorias de cuatro corredores diferentes.

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