La clave hoy ha sido controlar las emociones. Las últimas tres semanas han sido muy intensas. El inicio de la carrera en el País Vasco fue muy emocionante, y en algunos momentos siento que me dejé llevar y perdí el control, que dejé de correr como siempre he corrido. Hoy, en cambio, tenía las ideas muy claras y tuve la capacidad de tomar las decisiones correctas en los momentos correctos. Sin la cooperación en el grupo para cazar a Neilands, que hoy era el más fuerte, hubiera sido imposible. Los corredores que llegaron conmigo también querían la victoria, pero yo era el más rápido al sprint. Creí en mis posibilidades. Anulé los ataques de O’Connor y Zimmermann y eso me ha permitido llegar al sprint con opciones de victoria y darlo todo.
Era extraño que ciclistas españoles no hubieran ganado en cinco años. El nivel en España es muy alto, y para muchos corredores españoles el Tour es una prioridad. Han sido cinco años muy largos. Estos días sentía una cierta presión, porque veía que todo el mundo creía que yo era uno de los que podía ganar… y al final les he dado la razón.
Mi objetivo en este Tour de Francia era ganar una etapa para dedicársela a Gino Mäder. Él era una persona muy especial, que iba más allá del deporte. Por eso he retomado su iniciativa de hacer donaciones a una ONG durante las grandes vueltas: para que todo el mundo sepa lo especial que él era, y para que más ciclistas se animen a seguir su ejemplo.